A Iñaki Urdangarin le ha salido el tiro por la culata. Mientras se enfrentaba este martes a siete grupos editoriales (entre ellos El Confidencial) en los juzgados de Barcelona para
intentar evitar la publicación de sus correos íntimos, uno de los
medios no demandados ha aprovechado la ocasión para publicar algunos de
los mails más comprometidos del duque de Palma.
De ellos se desprende que, entre los años 2003 y 2004,
Urdangarin mantuvo una relación paralela a su matrimonio con una amiga de la pareja.
Así lo atestiguan las decenas de correos electrónicos a los que ha tenido acceso la revista Mongolia.
La supuesta amante del marido de la infanta Cristina fue su exnovia
años atrás, quien se casó posteriormente con uno de los mejores amigos
del duque, uno de sus excompañeros en el equipo de balonmano del FC
Barcelona.
La relación entre ambas parejas era tan estrecha que unos y otros fueros testigos en sus respectivas bodas.
Para el recuerdo quedará el desmayo en la catedral de Barcelona del
citado jugador de balonmano en plena celebración, producto de los
nervios. No en vano, él había sido uno de los grandes benefactores de la
pareja y uno de los que guardó el secreto de su relación hasta que esta
fue desvelada públicamente por Zarzuela. Por eso, las citas secretas de
Urdangarin con su esposa nunca despertaron sospecha.
Mongolia reproduce literalmente algunos de los correos que el duque de Palma se ha afanado en proteger. De ellos se desprende una relación de amor con esta joven, la esposa de uno de sus mejores amigos.
Ante las dificultades que ambos encontraban para planear sus encuentros
furtivos, ella escribía: “Al final será verdad que no nos quedará ni
París. Besitos. Intentaré llamarte a todos los sitios posibles”. “Hola ojos azules”
La
correspondencia entre ambos pone de manifiesto una relación a espaldas
de sus respectivas parejas.
“Sé que estás bien, tu marido me lo dice. Me
tranquiliza, me mata”, escribe Urdangarin.
Ella se dirige a él con el
mismo afecto. “Hola ojos azules. (…) Nuestro tema común… no sé qué
decirte.
De hecho, cuando pienso me sonrío, es un acto reflejo”.
Los dos
buscaban permanentemente fechas para verse. “El día 22, miércoles,
encantada pero dónde?”, escribe ella. “Hola pedazo de mujer…”, responde
él, “el día ya lo tenemos pero el lugar no. Triste no? (…) No te desanimes y dale a la cabecita a ver si se te ocurre algo”, añade.
A veces, ante la imposibilidad de fraguar sus encuentros, caían en el desánimo y así lo plasmaban en los mails a los que ha tenido acceso Mongolia. “He pensado que quizá sería un buen momento para vernos pero… cuántos problemas. Sitio, hora, trabajo, niños, el marcaje… seguro que es imposible. Otra
ocasión que pasa… Así lo pienso, pienso que tenemos pocos puntos para
coincidir y eso me va desanimando, pero no pierdo la esperanza. No sé ni
cómo ni cuándo pero no pierdo la esperanza.
No la pierdas y pensemos
que tenemos que ingeniar algo sofisticado porque si no estamos abocados a
la depresión”,
Escribía el duque el 27 de noviembre de 2003.
“Escuchando a Miguel Bosé en el despacho no puedo dejar de recordar
momentos bonitos, muy bonitos, que hemos pasado”, añadía.
Mongolia
ha decidido reproducir sólo una parte de los mails a los que ha tenido
acceso. Según apunta la citada publicación, existen algunos, “mucho más
explícitos, sobre el tipo de encuentros que mantenían e incluso los lugares exactos en los que se llevaban a cabo las relaciones sexuales”.
Adjuntan otro tipo de correos electrónicos, adelantados en su día por El Confidencial,
en los que el duque hace gala de un lenguaje lascivo, ya puesto de
manifiesto en la correspondencia que obra en manos del juez Castro y que
sí forma parte del proceso judicial por el caso Nóos. “Dime como estás el viernes para comer o para cenar, mejor para cenar y follar… que de follar no te libras”, le dice a un amigo. Lo publicado por
Mongolia vendría a validar las declaraciones del exsocio de Urdangarin,
Diego Torres, ante el juez, cuando aseguró que fue el propio duque de
Palma quien desveló "sin tapujos" sus "infidelidades conyugales" en los e-mails que envió a varios destinatarios, Torres entre ellos, con lo que "renunció voluntariamente a su intimidad".
Ocultar lo ya publicado
Sin
embargo, el duque no ha querido dar por perdida su batalla por proteger
su vida privada. Este martes se enfrentaba a siete grupos de
comunicación en el juzgado 46 de Barcelona. Lo hacía a puerta cerrada,
después de que la juez admitiese su petición, una medida con escasos
precedentes. La magistrada debía decidir si mantiene las medidas cautelares
que impiden a estos medios publicar unos correos filtrados, según
Urdangarin, por el propio Diego Torres, que también estaba citado en la
jornada de ayer, y que negó la mayor. El duque declaró durante más de
una hora. Apenas dijo nada. Se mostró dubitativo ante las preguntas de
los abogados de los acusados y no pudo demostrar que efectivamente Diego
Torres estaba detrás de la difusión del contenido de estos mails.
El
momento culminante del proceso se produjo cuando uno de los letrados
pidió que se admitiese como prueba el citado artículo de la revista Mongolia.
La juez lo rechazó con la excusa de que no era el momento procesal
oportuno. Aun así, el duque fue preguntado por si reconocía los textos
reproducidos en dicho medio como suyos. “No he venido aquí a hablar de mi intimidad”,
se limitó a decir el duque, que fue comparado con Umbral por esta
frase, a la que se aferró recurrentemente, en la alocución final de
dicho abogado.
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